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martes, 25 de junio de 2013
Solía caminar con los cascos puestos, a un paso lo bastante lento como para llegar unos minutos tarde a clase. Llegar tarde para no tener que soportar las miradas, comentarios e insultos cargados de desestimación por parte de mis compañeros. Hoy, sin embargo, llegué a la hora. Subí las escaleras que me llevaban hasta la clase de historia. Yo caminaba con la cabeza gacha, evitando mantener un contacto visual lo suficientemente intenso como para que el resto se percatara de mi presencia. Pero una vez más, lo hicieron. Me humillaron, me trataron con desprecio, e incluso me pusieron varias veces la zancadilla. El malestar que me había causado el comportamiento de aquellos bastardos provocó el bloqueo de mis pensamientos y no pude hacer más que aligerar el paso. Por desgracia, yo era consciente de que mi capacidad de reacción se había anulado por completo. Llegué a clase, me senté en el pupitre más alejado de la mesa de la profesora... Y lloré. Lloré en silencio. Lloré como nunca más lo había hecho.
miércoles, 5 de junio de 2013
Puntos, comas y paréntesis.
He llegado a un punto en el que no me siento capaz de diferenciar cuando estoy bien de cuando estoy mal. En el que el nivel de inestabilidad en el que me encuentro sumida abarca todos mis límites. En el que el vacío es tan extenso que ni siquiera puedo alcanzar a percibirlo. En el que se me hace imposible disfrutar de mis acciones. En el que puedo estar aparentemente en un lugar determinado, sin estarlo realmente. En el que el desorden físico no es más que una materialización del desorden en el que se encuentran atrapados mis pensamientos. Y en el que la acción de pensar ha pasado de ser un aspecto positivo a negativo en todo a lo que mi vida se refiere.
martes, 26 de marzo de 2013
Cerré los ojos, y dejé que la realidad se desvaneciese hasta que no quedara ni rastro de ella. Poco después me di cuenta de que allí ya no había nada. O, al menos nada que yo fuera capaz de percibir. No pude volver a abrirlos, porque ya no estaban. Mis ojos formaban parte de aquella realidad que momentos antes se había esfumado.
jueves, 14 de marzo de 2013
...comprendí que mi cuerpo se estaba dirigiendo hacia una dirección, y mi alma hacia otra totalmente opuesta.
jueves, 7 de marzo de 2013
miércoles, 13 de febrero de 2013
Soplo de silencio.
Ella se sintió vencida por su instinto, por su orgullo, y por sus pensamientos. Caminó hasta la puerta, y una vez que la cruzó, salió corriendo. Ni siquiera se dignó a mirar atrás. Estaba huyendo, pero no de él, ni de aquella habitación, no. Estaba huyendo del pasado, de su pasado, del pasado de los dos. De aquel pasado que tanto daño le había causado. Decidió seguir corriendo hasta que sus fuerzas le impidieron continuar. Y cayó desplomada en el suelo. Inconsciente. Cuando abrió los ojos se topó con un rostro que, pese a su confusión, le resultaba curiosamente familiar. Poco a poco, su vista se fue normalizando hasta estabilizarse por completo. Era él.
miércoles, 23 de enero de 2013
Caminar sin rumbo fijo, con los cascos puestos. Hacia ninguna parte. Sin saber muy bien que hacer. Te detienes a pensar en lo que hay a tu alrededor. Ves a niños corriendo, y extrañas tu pasado, a personas hablando, y la sensación de soledad que tanto te incomoda vuelve a aparecer, te detienes a pensar en lo que estás haciendo con tu vida, y no encuentras respuesta a tu pregunta. Rompes a llorar, notas como las lágrimas corren por tus mejillas acariciando delicadamente tu piel. Te das cuenta de que necesitas a alguien que te abrace, que te ayude, o por lo menos que esté a tu lado. Pero ese alguien no existe. La inseguridad te impide hablar, te impide decirle a nadie lo que te pasa, te impide vivir. Te tranquilizas. Sigues observando el entorno en el que te encuentras, y nuevamente te desesperas al ver a tanta gente feliz, y te preguntas el por qué no puedes ser como ellos.
sábado, 19 de enero de 2013
Entre el lápiz y el papel.
jueves, 17 de enero de 2013
Respirar entre lágrimas.
martes, 15 de enero de 2013
Desconexión.
Tumbarme en la cama, bajo el techo, escondiendo mi cuerpo entre las sábanas, con un peluche entre los brazos cubriendo tu ausencia. Pensando en todo, estudiando cada ricón de mi mente y llegando hasta el más lejano de mis pensamientos, deteniéndome en cada uno de los detalles entrelazados que me impiden ver las cosas con claridad, con precisión, o con la seguridad que necesito. Me resiento al recordar cada error o cada equivocación, lo que provoca fuertes derrumbamientos en el interior de mi mente. Topándome con la nostalgia en numerosas ocasiones, esquivando la soledad y huyendo de la realidad. Buscando soluciones para lo irremediable, imposible e innecesario. Y reuniendo el valor que me falta para enfrentarme a mí misma.
martes, 8 de enero de 2013
Abre tus ojos hacia una nueva realidad.
¿No te cansas de vivir siempre lo mismo? ¿No te cansas de la rutina? ¿No te cansas de ver siempre a la misma gente? ¿No te cansas de ser el 'uno más' de todo el mundo? ¿No te cansas de esta sociedad de mierda en la que vives? ¿No te cansas de las etiquetas? ¿No te cansas de ser juzgado por ser tu mismo?
lunes, 7 de enero de 2013
'Música en On, mundo en Off.'
Salí a la calle sin arreglar. Con restos en la mejilla de las lágrimas que había dejado caer minutos antes. Sin despedirme de nadie. Y decidí huir. Huir de aquel infierno en el que estaba atrapada. Aquel al que solo podía combatir poniendo la música lo suficientemente alta como para que no se escuchase nada más.
domingo, 6 de enero de 2013
501.
Puede que sea un idiota. Un idiota capaz de hacerme sonreír con un simple 'hola', o con un 'enana' al final de cada oración. Un idiota al que tan solo conozco desde hace unos meses y al que nunca he abrazado, ni besado, ni cogido de la mano, pero aún así me ha sabido enseñar el verdadero significado del amor. Un idiota que está a mi lado viviendo a 501 km de de mí. Un idiota que consigue hacer que mis sentimientos se revolucionen sin ni siquiera llegar a tocarme. Un idiota que hace de un 'te quiero' algo adictivo. Un idiota que ocupa la mayor parte de mi mente. Un idiota que consigue hacerme feliz desde que me levanto, hasta que me acuesto. Un idiota al que odio con todas mis fuerzas por no haber aparecido antes en mi vida. Un idiota al que no sería capaz de perder nunca. Un idiota con el que hablo minuto sí, minuto también, y al que echo de menos cuando no está presente en uno de esos minutos. Pero no es un idiota cualquiera, es el mío, es mi idiota.
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