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miércoles, 13 de febrero de 2013

Soplo de silencio.

Ella buscaba escuchar el sonido de su respiración en el interior de aquella habitación, pero solamente pudo escuchar sus propios pensamientos. Él se desesperaba por poder estrecharla entre sus brazos, pero sus sentidos no pudieron hacer más que percibir una cálida brisa rozando su piel. Ella no había parado de pensar en él desde que decidió alejarse de su lado. Él la extrañaba, y se arrepentía de haber dejado que se fuera. Ella temía encontrar el vacío en su mirada cuando estas se cruzaran. Él aguardaba el momento de gritar su nombre, pero decidió no precipitarse. Ella sentía la necesidad de escuchar su voz, pero también sabía que lo que realmente le convenía era esperar el momento adecuado para hacerlo. Él intentaba encontrar la manera de romper aquel silencio. Ella se sentía incomoda, e intentaba asimilar la situación procurando no equivocarse. Él empezaba a respirar con dificultad. Ella luchaba por contenerse, por no salir huyendo. Él era fuerte, pero aquella situación le superaba.
Ella se sintió vencida por su instinto, por su orgullo, y por sus pensamientos. Caminó hasta la puerta, y una vez que la cruzó, salió corriendo. Ni siquiera se dignó a mirar atrás. Estaba huyendo, pero no de él, ni de aquella habitación, no. Estaba huyendo del pasado, de su pasado, del pasado de los dos. De aquel pasado que tanto daño le había causado. Decidió seguir corriendo hasta que sus fuerzas le impidieron continuar. Y cayó desplomada en el suelo. Inconsciente. Cuando abrió los ojos se topó con un rostro que, pese a su confusión, le resultaba curiosamente familiar. Poco a poco, su vista se fue normalizando hasta estabilizarse por completo. Era él.

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