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miércoles, 5 de junio de 2013

Puntos, comas y paréntesis.

He llegado a un punto en el que no me siento capaz de diferenciar cuando estoy bien de cuando estoy mal. En el que el nivel de inestabilidad en el que me encuentro sumida abarca todos mis límites. En el que el vacío es tan extenso que ni siquiera puedo alcanzar a percibirlo. En el que se me hace imposible disfrutar de mis acciones. En el que puedo estar aparentemente en un lugar determinado, sin estarlo realmente. En el que el desorden físico no es más que una materialización del desorden en el que se encuentran atrapados mis pensamientos. Y en el que la acción de pensar ha pasado de ser un aspecto positivo a negativo en todo a lo que mi vida se refiere.


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