No pensar y dejarse llevar...

... por lo que somos y por lo que nos acontece. (Estando condicionados por las circunstancias que nos invitan, u obligan, a escoger caminos que probablemente no hubiésemos escogido de no haber estado condicionados por estas, o sí, y que nos hacen dudar incluso de quiénes somos nosotros mismos.)

Silencio suicida.

El silencio desaparece, se esfuma en mis labios; en forma de palabras, gestos, o expresiones; o allí dónde quiera que se formen o comiencen a existir mis pensamientos conscientes, para dar lugar al rostro que hago ver que tengo al resto y al rostro que tengo para mí misma respectivamente. Dos rostros que ningún ser humano sería capaz de llevar a un mismo tiempo sin cuestionarse finalmente cuál de los dos es el real.

Todos en algún momento perdemos el rumbo.

Y es en ese momento en el que tienes que elegir el camino que quieres seguir.
Te aferrarás al camino que has seguido hasta ahora, buscando su destino, no pudiendo hacer alusión a la curiosidad que te causa el saber cual es.
Te dejarás llevar por un camino regido por unas normas impuestas y generalmente ajenas a ti mismo, por lo que otros piensen o por lo que crean que debes hacer, sin pararte a pensar en si eso es lo que realmente deseas.
Seguirás un camino, temporal o no, por el que caminarás indeciso, inseguro, sin saber ni el qué hacer, ni lo que quieres, ni la finalidad de los pasos que estás dando.
Sin saber absolutamente nada.
O seguirás un nuevo camino construido con todo aquello que deseas. Aun siendo totalmente consciente de la existencia del camino anterior, pero optando por aludirlo, siendo este el paso más complicado.

Me encuentro en un algo del que no sé nada. Nada en absoluto. Cuánto más creo saber, más consciente soy de que no sé nada. Nada en comparación con todo aquello cuestionable, nada en comparación con todo aquello cuanto yo misma me cuestiono. Nada en comparación con todo aquello de lo cual no hay constancia existencial, y por tanto, implanteable e incuestionable también.